El deseo es como una margarita que según le vamos quitando pétalos, va perdiendo fuerza: te deseo apasionadamente, mucho, bastante, poco… no tengo ganas de tí!!
Y así se queda, muchas veces, como el tallo desnudo de una flor, vulnerable primero y abandonado después, sin brillo, sin atracción... Caprichoso? No siempre, pero es inquieto y en muchas ocasiones se dispersa, viene, va...
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